martes, 10 de diciembre de 2013

"EL EXAMEN". MARCOS GUALDA

     "Un delirio entre sintáctico y galáctico". Con esta incierta definición me dedicó el autor este libro extraño que ahonda en lo absurdo en un futuro apocalíptico, la posposcrisis. Gualda nos introduce de lleno en un mundo en el que lo sexual, y lo que se ha dado en llamar la cuestión de género, es a veces perturbador y otras devastador, por lo deshumanizante. Un hombre, Cacuito Trocho, en un via crucis muy personal, y que en ocasiones tiene concomitancias con el de Jesucristo, aunque con intención desacralizadora, paródica y a modo de farsa. El autor se burla de todo, de la religión, de la burocracia, del sexo y de la propia muerte ( no en vano uno de los momentos más desopilantes es el ascenso, cual Sísifo desnudo y con máscara de gas,  en el que a mitad de camino observa en primera persona los que es una prueba de la aniquilación de lo masculino). Uno transita por la novela sin saber bien si está ante una broma de mal gusto o la realidad que observa trasciende la mera caricatura. A decir verdad creo que el autor es un poco cachondo y hace ambas cosas,  pretende jugar con el lector a que participe. Tal y como está haciendo en la página web del mismo libro y con sus presentaciones-perfomance, abiertas a provocar en el espectador-lector un zarandeo, a veces desde el desagrado.

     Obviamente, lo escatológico y  lo abiertamente sexual aparece delimitado como uno de los centros de la novela. El sexo visto por un macho en un mundo dominado - tiranizado, más bien - por las mujeres, aquí Elena Valquemado, La Superioridad,  se convierte en un personaje aterrador y acechante.  En este ambiente lascivo, carnavalesco, perturbador, lo onírico también tiene su importancia. Los sueños del protagonista son una parte más del delirium tremens que por momentos es la novela. Un pasaje bello es aquel en el que plantea cómo los sueños lo acompañan al estar despierto, y claro, cuando el sueño es orgásmico, ya pueden imaginar. Sin embargo, Gualda se reserva su derecho a la ternura por momentos, pues tras la pus y las lombrices salidas del culo toda la novela es un acto de amor, un intento desesperado por conseguir a su hija, su custodia, su presencia. Se perciben  cuentas pendientes en la biografía del autor.

     A mi juicio, lo mejorable del libro es la elección de los nombres de algunos personajes, el propio protagonista Cacuito Trocho, Moco entero, Medio moco. También la estructura y cohesión de la novela deja que desear, pues por momentos nos encontramos ante un deslavazado conjunto de escenas en la vida de Cacuito. Probablemente, esta desintegración es querida por el autor, como un signo más de la decadencia y desestructuración del futuro propuesto y de la vida del protagonista. Protagonista que es un extraño alter ego de Gualda, a juzgar por la cuidada portada del libro, de la joven editorial onubense Niebla.

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