viernes, 14 de agosto de 2015

"CUATRO POR CUATRO". SARA MESA

     Sara Mesa, autora del 76 y criada en Sevilla, es una de las nuevas voces en el conjunto de la literatura hispánica. Una voz muy personal, por lo que me ha mostrado este libro, y con un magnetismo extraño y misterioso. Por lo pronto, su estilo es cortante, frío, sincopado, plagado de insinuaciones y sugerencias, en el que lo no dicho a menudo es más importante que lo dicho. Ello hace que el lector deba poner de su parte. La narrativa de Sara Mesa requiere una lectura activa y concentrada. Lo cual no quiere decir que este libro sea complicado.


     La novela está dividida en tres partes. En la primera se solapan las historias de dos cursos diferentes y sucesivos, así se separan las historias entre chicos y chicas, tal y como están separados en el Colich. Lo que se nos muestra, en pinceladas impresionistas y de un psicologismo abrumador, es un microcosmos en el que toman protagonismo, por el lado de los chicos Ignacio y Héctor, y por el lado de las chicas, Celia y la Poquita. Esta primera parte está focalizada en las relaciones de poder y de dominación, más propias de un estado carcelario que de un centro educativo para alumnos/as de familias de alto nivel adquisitivo. Ignacio y Celia centran la historia y en ellos, de alguna manera, está el poder sugestivo de la novela. Pues en la evolución de uno y las circunstancias de la otra gravitan los enigmas de la misma.


     Ya hemos mencionado una palabra clave del libro, enigma, y es que la novela es enigmática en su forma y en su fondo. La estructura fragmentaria favorece la creación de un estado de constante semiconocimiento perturbador y muy efectivo desde el punto de vista narrativo. El lector cree saber, pero no sabe. En la segunda parte, los diarios de un falsario profesor sustituto van desgranando poco a poco la evolución de la primera parte. En este sentido, ver lo que ha sido de Ignacio es humanamente desalentador. El concepto del ser humano que nos ofrece la autora, no es, desde luego, optimista.


    La tercera parte es una narración de un antiguo profesor que explica en clave literaria los sucesos del colich, y, sin querer anticipar nada, el horror acumulado en la escritura anterior. En conjunto esta estructura triple nos lleva a una novela extraña de intriga, en el que tanto los personajes como las tramas son enigmáticos y en el que con inquietud vamos observando poco a poco como la protección del mundo exterior que  el Walbrany College intenta lo único que consigue es un cúmulo de  aislamiento y soledad. Protegiéndose del monstruo exterior, simbolizado en esa Cárdenas fantasmal y violenta, se engendran sinuosas pesadillas, en las que, por desgracia son más culpables los hombres buenos que los malos. Una obra donde la máxima de Martin Luther King, toma todo el sentido: el problema no es la perversidad de los hombres malos, sino la indiferencia de los hombres buenos.


     Por último, como curiosidad, para un profesor de Lengua Castellana y Literatura como yo, la verdad es que las secuencias en las que se observa la improvisación, los problemas con el alumnado y la jerga psicopedagógica, son de lo más vivificante. Se nota que la autora tiene amigos profesores o ha  ejercido la docencia.

     Un saludo de El Criticón Lector.





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